Inspiración
Manantial nace de una historia silenciosa que se había tejido en mi a través de distintas situaciones. Eran escenas unidas por una misma emoción: la ira. No era tristeza ni miedo; era ira.
Habitualmente frente a la ira la gente te dice que lo necesario es perdonar. Pero esa idea nunca me cerró. No era perdonar lo que buscaba ni lo que necesitaba: era entender qué había detrás de esa emoción que me llevaba al vacío y me desconectaba, tanto de la vida como de la muerte.
La respuesta se reveló mientras viajaba entre Viena y Praga. Viena es grandiosa y misteriosa, la historia de Isabel de Baviera “Sisi” emperatriz de Austria y reina de Hungría me llevó a conectar con otra comprensión de la fragilidad y decidí comprarme un anillo para recordarlo. Una tarde, sentada en una plaza de Praga, observando unos tulipanes rojos, algo en ellos —su firmeza, su color, su suavidad desafiante— abrió un espacio nuevo dentro de mí. Comprendí que no era la ira lo que me dañaba: era el sufrimiento estancado que la sostenía, tratando de esconder mi propia fragilidad.
Fue en ese viaje en el que decidí aceptar que era frágil, que muchas cosas me dolían y que no pocas me habían dañado. Decidí aceptar que era vulnerable, nunca lo había dejado de ser, solo había bloqueado el reconocerlo.
Entendí que no necesitaba perdonar: necesitaba volver a confiar. Confiar en mí. En mi capacidad de identificar el daño, prevenirlo, defenderme y sanar si alguna vez volvía a herirme.
Ese momento —un retorno profundo hacia mi confianza— dio origen a Manantial.
Funcionalidad
Es ideal para espacios de trabajo en el hogar o en una oficina: lugares donde a menudo se suspenden las ganas, donde la frustración se acumula y donde la vitalidad necesita volver a brotar. Es un mural que sostiene transiciones: del agotamiento a la claridad, del estancamiento a la acción, de la dureza aprendida a la fuerza que nace al abrir el pecho sin miedo.
Su composición es ascendente. Desde abajo emerge el pantano —el marrón que representa lo estancado— acompañado de flores lilas: la respuesta que empieza a nacer aun dentro del barro. Desde ahí, la energía asciende hacia el color, la presencia y la vida.
Los rojos de los tulipanes expresan una fuerza que no es rígida, sino vulnerable: la que se atreve a sentir. Hablan del impulso vital que vuelve cuando dejamos de escondernos detrás del dolor.
Los verdes en turquesa recuerdan la inteligencia interna que todos llevamos: esa guía silenciosa que sabe cuándo avanzar, cuándo cuidar y cuándo renacer.
La lectura por niveles muestra un movimiento desde lo más denso hasta lo más vivo. El pantano florido abajo no es un obstáculo: es un origen. La vitalidad asciende desde ahí, demostrando que fuerza y vulnerabilidad no compiten; se sostienen mutuamente.
Acompañamiento
Manantial es ideal para espacios en los que se busca recuperar impulso, claridad y dirección. Acompaña procesos donde la frustración, el cansancio o el estancamiento necesitan transformarse en acción, coraje y deseo de vivir sin miedo.
Su presencia inspira esa sensación de pecho amplio, de respiración profunda, de corazón abierto que no teme a las flechas… no porque no existan, sino porque sabe que podrá atravesar cualquier desafío.
En su compañía, el espacio se convierte en una fuente interna: un recordatorio de que la vida vuelve a brotar cuando elegimos confiar en nuestra propia fuerza.