Inspiración
La historia de Herencia nació a orillas del río Nilo, en un viaje que dejó una marca silenciosa en mi memoria.
Una noche, en Egipto, soñé que el templo de Kom Ombo no era piedra antigua, sino una nave suspendida entre mundos. Yo pertenecía a otra raza y enseñaba a los humanos a atravesar una gran puerta elevadiza mientras se cerraba. Era un proceso intenso y doloroso para ellos, incluso para mí, aun siendo más fuerte que los humanos.
En el sueño, yo cuestionaba a quienes dirigían la misión; no compartía su propósito. Ellos insistían en que mi rol era otro. Más tarde, en la misma visión, aparecía como mi versión actual caminando por los pasillos del templo. Sentía molestia, un enojo profundo. Desde las paredes surgían voces antiguas que admitían haber fallado, pero solo en parte: reconocían que su intento había logrado algo valioso, que otras razas —como la mía— siguieran aquí, conectadas.
Años después, al volver a Egipto, soñé nuevamente con el templo. Esta vez, las voces decían una sola frase: “El guerrero encontró la paz.”
Ese eco interior —la reconciliación entre lo que fui, lo que soy y lo que me habita sin que yo lo nombre— dio origen a Herencia.
Funcionalidad
Herencia está pensado para espacios íntimos como dormitorios, pero también de tránsito como recibidores y pasillos: lugares donde se requiere hacer pausa, lugares donde uno regresa a sí mismo para cuidar lo que el cuerpo recuerda. No acompaña solo la calma; sostiene también los procesos en los que las memorias se mueven, se agitan y se liberan.
La composición es ascendente, como una historia que se despliega por niveles: lo evidente al centro y lo oculto arriba y abajo en un diálogo constante. Los azules evocan memoria y profundidad; los verdes, renovación y un retorno suave a lo que se siente verdadero. El atardecer simboliza la comunión entre la conciencia —el sol que desciende— y las aguas y cielos que guardan lo indescifrable del universo… y de nuestro propio mundo interior.
Los patrones inspirados en el templo conviven con un halcón y un gorrión, recordando que lo sagrado no solo habita en grandes íconos: también vive en lo cotidiano. En esa convivencia radica la verdadera herencia: lo que emana de nosotros incluso cuando no lo explicamos.
Acompañamiento
Herencia es ideal para quienes transitan procesos de cuidado emocional y reconexión corporal. Acompaña momentos en los que emergen memorias antiguas —las nombradas y las que nunca supimos que llevábamos— y ofrece un espacio para que ese movimiento se transforme en alivio e integración.
Su presencia invita a aceptar la propia historia en todas sus capas: la que se ve, la que se intuye y la que trabaja en silencio.
En su compañía, el hogar se vuelve un nido donde la memoria encuentra reposo y el cuerpo se permite, por fin, respirar desde adentro.